jueves, 19 de enero de 2017

Le Nuit - Historias de terror



Charles era un músico francés especializado en el Ambient, un género musical enfocado a evocar entornos o ambientes, antes que en crear melodías. Admiraba a The Orb, a Pete Namlook, a Aphex Twin (antes de despertar su vena electrónica), y a muchos otros grandes del género, pero sobre todo a Tangerine Dream y a Lustmord, padre del Dark Ambient, que lo había deslumbrado con Metavoid y su poder para transmitir los abismos del cosmos, o Heresy y sus sonidos subterráneos, idóneamente combinados para un gran viaje imaginario al infierno.

Charles ya había hecho cosas grandes, pero ahora tenía en mente algo más experimental y, en cierta forma, personal. Le llamaría “La Nuit” (“la noche” en francés) a su nuevo álbum, en el cual tendrían protagonismo los propios sonidos que él hacía al dormir. Imaginó su bostezo, el viento agitando su ventana, los perros que a veces ladraban en la lejanía, las lechuzas y su poder para darle a las tinieblas un ropaje acústico que reflejara a las temidas brujas de la Edad Media: esos y otros ruidos naturales, dispuestos sobre un sutil fondo melódico, casi seguramente con varias capas en algunos intervalos de la composición… Podría ser magnífico, podría orientarlo hacia evocaciones que topen con lo surrealista, o probar a crear algo equivalente al realismo mágico pero en el campo musical.

Visionando su nuevo proyecto, Charles compró equipos acústicos de avanzada tecnología, eligiendo las mejores marcas disponibles. Esos equipos debían captar no solamente los ruidos que él hacía al dormir, sino todos los sonidos de su entorno, tanto cercano como, hasta cierto punto, lejano. Y es que vivía en un área rural, dentro de una casa grande que no compartía sino únicamente con invitados ocasionales. Eso resultaba perfecto para el proyecto, porque no se escucharían alarmas de coches, ni nada que demostrara la agitación de la urbe y el artificio de la tecnología, tan distante de la naturaleza y su potencial para reflejar la esencia primigenia de la noche.

Así, fue un 27 de septiembre cuando por fin tuvo todo listo, durmiéndose pocos minutos antes de la medianoche. Cabe aclarar que, para Charles, “dejar todo listo” no implicaba únicamente ubicar los equipos en posiciones estratégicas, sino también impedir que ciertos “objetos” aparecieran en la grabación, por lo cual desconectó los teléfonos y todos los aparatos que pudieran hacer ruido. Cerró la puerta de su cuarto y de la sala. Además trasladó a su perro con un pariente, ya que a veces el animal se ponía a ladrar de noche, y podría resultar un problema en el audio. Finalmente, antes de dormir revisó cada rincón de la casa, asegurándose de que estuviese completamente solo.

A la mañana siguiente, cuando los primeros rayos del sol entraron por la ventana y lo despertaron, Charles corrió a recolectar la grabación obtenida a través de los aparatos. Su tos nocturna, la cama chirriando cuando él intentaba acomodarse, los perros de una granja cercana, un avión que infortunadamente pasó cerca. Todo bien, excepto cuando revisó el intervalo que va desde las 3:00 am hasta las 4:00 am. Y es que, a las 3:24 am precisamente, escuchó claramente que la puerta de su cuarto se abría. No, no era otra puerta: era esa, y lo sabía porque aquella puerta siempre hacía un ruido particular al abrirse, debido a un problema que no había solucionado por considerar de poca importancia. Estaba aterrado, más aún cuando recordó lo que siempre había considerado una superstición: que las 3 de la madrugada era la hora de mayor actividad paranormal, la Hora del Diablo. Intentando calmarse, revisó los equipos y se enfocó en el que estaba cerca de la puerta de la sala: escuchó obsesivamente cada hora de grabación, sin encontrar que en momento alguno se haya abierto tal puerta… ¿Cómo podía ser? era la única puerta para ingresar en aquel cuarto, y las ventanas de abajo no se podían abrir ni cerrar, eran de vidrio fijo colocadas sobre cemento. Además las puertas tenían cerrojo; entonces: ¿era acaso un fantasma? Siempre había escuchado que de noche los espíritus se manifestaban más, porque el mundo y los vivos hacían menos ruido. Sí, ahora ya lo tenía claro, ahora por fin comprendía que “Le Nuit”, el título de su álbum, era mucho más grande de lo que había pensado, mucho más misterioso y… algo aterrador.

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