martes, 27 de diciembre de 2016

"Carta de un loco" de Guy de Maupassant - Relatos de terror



...Ese terror confuso de lo sobrenatural que acosa al hombre desde el nacimiento del mundo es legítimo, porque lo sobrenatural no es otra cosa que lo que permanece velado para nosotros. Entonces he comprendido el espanto. Me ha parecido que rozaba constantemente el descubrimiento de un secreto del universo. He intentado aguzar mis órganos, excitarlos, hacerles percibir por momentos lo invisible.

Me he dicho: «Todo es un ser. El grito que pasa en el aire es un ser comparable a la bestia, puesto que nace, produce un movimiento y se transforma incluso para morir. Por lo tanto, el espíritu pusilánime que cree en seres incorpóreos no se equivoca. ¿Quiénes son?»

¡Cuántos hombres los presienten, se estremecen cuando se acercan, tiemblan con su imperceptible contacto! Uno los siente a su lado, alrededor, pero es imposible distinguirlos, porque no tenemos los ojos que los verían, o mejor dicho el órgano desconocido que podría descubrirlos.

Así pues, sentía en mí, más que nadie, a esos transeúntes sobrenaturales. ¿Seres o misterios? ¿Lo sé acaso? No podría decir lo que son, pero siempre podría señalar su presencia. Y he visto -he visto un ser invisible- hasta donde puede verse a esos seres.

Permanecía noches enteras inmóvil, sentado ante mi mesa, con la cabeza entre las manos y pensando en esto, pensando en ellos. De pronto creí que una mano intangible, o más bien un cuerpo inasequible, rozaba ligeramente mi pelo. No me tocaba, por no ser de esencia carnal, sino de esencia imponderable, incognoscible. Pero una noche oí crujir el entarimado a mis espaldas. Crujió de un modo singular. Me estremecí. Me volví. No vi nada. Y no volví a pensar en ello.

Pero al día siguiente, a la misma hora, se produjo el mismo ruido. Tuve tanto miedo que me levanté, seguro, completamente seguro de que no estaba solo en mi cuarto. No se veía nada sin embargo. El aire estaba límpido y transparente en todas partes. Mis dos lámparas iluminaban todos los rincones.

El ruido no se repitió y fui calmándome poco a poco; sin embargo, permanecía inquieto y me volvía a menudo. Al día siguiente me encerré a hora temprana, buscando la forma en que podría conseguir ver lo Invisible que me visitaba.

Y lo vi. Estuve a punto de morir de terror.

Había encendido todas las bujías de mi chimenea y de mi lustro. La habitación estaba iluminada como para una fiesta. Sobre la mesa ardían mis dos lámparas. Frente a mí, la cama, una vieja cama de roble con columnas. A la derecha, mi chimenea. A la izquierda, la puerta, con el cerrojo echado. A mi espalda, un grandísimo armario de luna. Me miré en él. Tenía unos ojos extraños y las pupilas muy dilatadas.

Luego me senté como todos los días.

La víspera y la antevíspera el ruido se había producido a las nueve y veintidós minutos. Esperé. Cuando llegó el momento preciso, percibí una sensación indescriptible, como si un fluido, un fluido irresistible hubiera penetrado en mí por todas las parcelas de mi carne, sumiendo mi alma en un espanto atroz. Y se produjo el crujido, justo a mi lado.

Me incorporé volviéndome tan deprisa que estuve a punto de caerme. Se veía como en pleno día, ¡pero yo no me vi en el espejo! Estaba vacío, claro, lleno de luz. Yo no estaba dentro, y sin embargo me hallaba enfrente. Lo miré con ojos enloquecidos. No me atrevía a avanzar hacia él, sintiendo que entre nosotros se interponía él, lo Invisible, y que me tapaba.

¡Qué miedo pasé! Y he aquí que empecé a verlo envuelto en bruma en el fondo del espejo, en una bruma como a través del agua; y me parecía que aquella agua fluía de izquierda a derecha, lentamente, volviéndome más preciso segundo a segundo. Era como el final de un eclipse. Lo que me tapaba no tenía contornos, sino una especie de transparencia opaca que iba aclarándose poco a poco.

Y finalmente pude verme con claridad, como hago todos los días cuando me miro.

¡Lo había visto! Y no he vuelto a verlo. Pero lo espero sin cesar, y siento que mi cabeza se extravía en esa espera. Permanezco horas, noches, días y semanas delante del espejo esperándolo. ¡Ya no viene!

Ha comprendido que yo lo había visto. Mas yo sé que lo esperaré siempre, hasta la muerte, que lo esperaré sin descanso, delante de ese espejo, como un cazador al acecho. Y en ese espejo empiezo a ver imágenes locas, monstruos, cadáveres horribles, toda clase de bestias espantosas, de seres atroces, todas las visiones inverosímiles que deben acosar la mente de los locos.

Ésta es mi confesión, querido doctor. Dígame qué debo hacer.



Autor: Guy de Maupassant

martes, 20 de diciembre de 2016

El miedo de la psicóloga - Cuentos



¿Por qué no hablamos sobre el miedo?

Durante horas había ensayado la pregunta frente al espejo.

Hasta entonces, sus preocupaciones como terapeuta recién graduada habían sido únicamente organizativas: amueblar el consultorio, iluminarlo adecuadamente, dotarlo de cierto aire profesional, impersonal, sin referencias casuales a su vida, a sus vínculos, a sus verdaderos intereses.

El único detalle que delataba algo sobre su vida era la fotografía de su padre: un hombre de aspecto erudito, casi marcial, con una barba prusiana recortada con minuciosidad. La había ubicado en su escritorio, de espaldas a sus pacientes, de tal modo que esa mirada no perturbara la verba del neurótico y, de paso, no brindara información secundaria al potencial psicópata.

Deseó que la fotografía de su padre se hubiese extraviado durante los arreglos del consultorio. En seguida se sintió culpable, y hasta en deuda con él. Después de todo, su influencia había sido decisiva para que ella siguiera la carrera de psicología.

Me parece bien.

La voz de la paciente la sobresaltó, y se sintió miserable, totalmente inadecuada para el trabajo. Se había distraído en su primer minuto en la profesión.

Los ojos de su padre la fulminaron desde el retrato.

Digo, que me parece bien que hablemos sobre el miedo —volvió a apiadarse la paciente.

Evidentemente, la chica tenía experiencia en terapia.

Entonces —dijo la psicóloga, asumiendo las astucias del oficio—, hablemos un poco de tus miedos.

Eso no fue lo que usted me preguntó.

Le pareció extraño que la tratara de usted. Probablemente tenía su misma edad.

Es exactamente lo que me interesa que hablemos.

Usted preguntó por qué no hablábamos sobre el miedo, no sobre los míos.

¿Hay alguna diferencia?

No mucha, supongo.

Hagamos lo siguiente: por qué no me habla sobre sus miedos y entonces veremos qué pueden tener en común con el miedo en general.

La maniobra no fue elegante.

Hubiese jurado que el retrato de su padre gruñía.

Me parece un ejercicio interesante —dijo la paciente.

Entonces la escucho.

No sé si podría hablarle de mis miedos. Solo tengo uno.

Trate de describirlo en una sola frase —y en seguida rectificó, entendiendo lo inútil de la simplificación— Trate de explicarme el lugar que el miedo ocupa en su vida.

La paciente se reclinó sobre el sillón.

En realidad, mi único miedo ocupa el mismo lugar desde que soy chica: está en la luz que brilla debajo de la puerta de mi cuarto, en la sombra de mi padre que la atraviesa, en el sonido del picaporte al abrirse.

Durante horas había ensayado la pregunta frente al espejo.

Esa fue la única respuesta que se obligó a confesar antes de arrojar el retrato a la basura.



FUENTE: elespejogotico.blogspot.com.ar

jueves, 15 de diciembre de 2016

Los muertos de Stonhenge - Historias de terror



Todos los viernes, después de tener relaciones con ella, en la oscuridad cómplice de nuestra habitación, solía pensar en los hombres que levantaron Stonhenge.

No sé qué ocurrió realmente, ni por qué. Tampoco sé si esto me sucede únicamente a mí o si hay otros, en alguna parte. Lo único que sé es el cuándo: la noche del apagón.

Todo el sistema colapsó. Todo: electricidad, servicios públicos, transporte, internet. La radio a baterías alcanzó a emitir un mensaje de alerta antes de ser devorada por la estática.

Desde entonces no supe mucho más de lo que ocurre afuera. No me atrevo a salir.

Siempre fui un tipo ermitaño, sabe, y esa tendencia natural se intensificó la noche que ella regresó.

Su forma de llamar a la puerta no había cambiado —tres golpes sordos—, pero esa noche sonaron diferente, como disonantes, inarticulados.

Los que regresan no vienen a saciarse con nuestros cerebros. Eso lo supe apenas abrí la puerta. Solo regresan, se quedan, deambulan por la casa.

Hay algo horrible en la forma en la que intentan comunicarse.

Pero lo peor no son los balbuceos, ni esa mirada ausente, catatónica, de ojos secos y sin párpados: los muertos tratan de vivir, o mejor dicho, de continuar los pequeños hábitos que aprendieron en vida.

Ella regresó un viernes.

Su sonrisa radiante había sido reemplazada por un rictus maniático. Gruñó algo. Sus encías estaban ennegrecidas por el musgo que repta en los nichos. Un dedo lívido señaló nuestra habitación. Dando tumbos se precipitó en el cuarto de baño. Se oyeron ruidos, como si forcejeara con algo. Al salir estaba desnuda, con los labios pintados con sangre coagulada.

Entonces pensé en los hombres que levantaron Stonhenge, y supe que todavía la quería.


FUENTE: elespejogotico.blogspot.com.ar

miércoles, 14 de diciembre de 2016

"The glass" (cortometraje) - Videos de terror



"Me desperté al escuchar unos golpes en el vidrio. Primero pensé que salían de la ventana, hasta que los escuché venir del espejo otra vez..."


martes, 13 de diciembre de 2016

El Rancho Skinwalker - Videos



Anteriormente se publicó en esta página un artículo sobre un misterioso lugar conocido como "El Rancho Skinwalker". A continuación podrán observar un video sobre el tema en cuestión para ampliar los detalles desarrollados en dicho artículo.


lunes, 12 de diciembre de 2016

El curioso video que fue encontrado en las catacumbas de París - Videos de terror



En  el siguiente video subido al canal de youtube "HypnosMorfeo" se analiza el descubrimiento de una misteriosa grabación que apareció en las catacumbas de París. En ella se puede observar las imágenes de un sujeto explorando el sitio que de un momento al otro huye desesperadamente de alguien o algo. Como material adicional se dan algunos datos del tenebroso cementerio y su origen.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

La Sonata del Diablo - Artículos



La sonata que nos ocupa fue compuesta por el músico insigne, Giuseppe Tartini, en 1713. La particularidad de esta pieza conocida también como “El trino del diablo” fue expuesta por el propio Tartini. El músico soñó que pactaba con el diablo y componía una sonata inmejorable. Al despertar creó una pieza que, a pesar de decir él mismo que no era tan extraordinaria como la del sueño, es la mejor de toda su obra.

¿Pactó realmente con el diablo y lo disfrazó de sueño? ¿Quiso crear una polémica entorno a su obra para darle fama? Lo que sí consiguió es tejer una leyenda a su alrededor y que la “Sonata para Violín en Sol menor” pasara a ser conocida popularmente como “La sonata del diablo” o “El trino del diablo”. Estas fueron sus palabras, recogidas por el astrónomo francés Jérôme Lalande en su libro “Voyage d’un François en Italie”:

“UNA NOCHE, EN 1713, SOÑÉ QUE HABÍA HECHO UN PACTO CON EL DIABLO Y ESTABA A MIS ÓRDENES. TODO ME SALÍA MARAVILLOSAMENTE BIEN; TODOS MIS DESEOS ERAN ANTICIPADOS Y SATISFECHOS CON CRECES POR MI NUEVO SIRVIENTE. OCURRIÓ QUE, EN UN MOMENTO DADO, LE DI MI VIOLÍN Y LO DESAFIÉ A QUE TOCARA PARA MÍ ALGUNA PIEZA ROMÁNTICA. MI ASOMBRO FUE ENORME CUANDO LO ESCUCHÉ TOCAR, CON GRAN BRAVURA E INTELIGENCIA, UNA SONATA TAN SINGULAR Y ROMÁNTICA COMO NUNCA ANTES HABÍA OÍDO…”

En 1715, Tartini se convirtió en el primer propietario de un violín que había fabricado el mismísimo Antonio Stradivari. Hizo importantes innovaciones en el campo musical, como el descubrimiento de una tercera nota producida en la combinación tonal de 2 notas simultaneadas durante un cierto tiempo y una técnica nueva para manejar el arco del violín. Tartini vivió hasta los 77 años, compuso 150 conciertos y más de 100 sonatas, siendo la mejor de ellas la Sonata del diablo.


FUENTE: supercurioso.com (artículo escrito por Carmen A. Barenys)

martes, 6 de diciembre de 2016

Las hermanas Fox, famosas espiritistas del siglo XIX - Artículos



El siglo XIX propició la aparición del espiritismo moderno, con las ideas del australiano Franz Anton Mesmer –un hipnotista del siglo XVIII que proponía que todo en el universo, incluyendo el cuerpo humano, era gobernado por un “flujo magnético”, susceptible de desequilibrarse y causar enfermedades– y del sueco Emanuel Swedenborg, también del XVIII, filósofo y místico que describió el más allá como un lugar con tres cielos, tres infiernos y un “destino ínterin”, el sitio donde todo el mundo va inmediatamente después de morir; él afirmó haber visto y hablado a espíritus en todos los planos.

De modo que hubo un ambiente favorable para que Andrew Jackson Davis, conocido también como el “san Juan Bautista del espiritismo moderno”, combinara estas dos corrientes y asegurara que el espíritu de Swedenborg se había comunicado con él durante sesiones de trance hipnótico… En 1847 escribió en su diario:

“AL APARECER LA LUZ DEL DÍA DE ESTA MAÑANA, UN ALIENTO CÁLIDO ROZÓ MI CARA Y OÍ UNA VOZ, AL TIEMPO TIERNA Y POTENTE, QUE ME DIJO: ‘HERMANO, EL BUEN TRABAJO HA COMENZADO, HE AQUÍ UNA DEMOSTRACIÓN DE LO QUE HA NACIDO”.

Ese mismo día las hermanas Fox espiritistas, sin saberlo, canalizaban por primera vez a espíritus en su dormitorio.

En Hydesville, Nueva York, unas adolescentes de 14 y 11 años escuchaban repetidos golpes en las paredes, así como en los muebles, que parecían moverse. Tan grande fue el revuelo que causaron, que un vecino fue a comprobar por sí mismo, sirviendo de primer espectador: en el pequeño cuarto que ambas hermanas compartían con sus padres, Margaret (la madre) hizo la demostración.

“Si eres un espíritu, toca dos veces”, y de las paredes parecía salir el sonido de dos golpes; “ahora cuenta hasta cinco”, y sonaban cinco golpes. “Dínos tu edad”, y se oyeron 31 golpes seguidos. “Si eres un espíritu herido, demuéstralo con tres golpes”, y sonaron tres. Supuestamente, allí estaría enterrado un hombre de 31 años, asesinado.

Ésa fue la primera vez que un espectáculo espiritista tuvo tanto éxito; sin embargo, la familia Fox abandonó la casa y los padres enviaron a las pequeñas Maggie y Kate a vivir con su hermana mayor, Leah, ya casada, que vivía en Rochester. Aquí, la fama de las hermanas volaría como pólvora, sobre todo a raíz de que algunos vecinos quisieron ver de cerca si en verdad se trataba de médiums y no de estafadoras.

Isaac y Amy Post, una pareja de Rochester, habían perdido recientemente a su hija, y según ellos, lograron comunicarse con el espíritu de la pequeña a través de las hermanas. Frente a esto, los Post alquilaron la sala más grande del pueblo y las hermanas Fox espiritistas, se presentaron ante 400 personas, que querían escuchar aquellos misteriosos ruidos; luego, la propia señora Amy acompañó a las chicas a una habitación privada, donde se desvistieron y fueron examinadas a fondo por un comité de escépticos, que no pudieron encontrar evidencia alguna de trampa.

Cuando se enteró de este incidente, Andrew Jackson Davis invitó a las hermanas Fox a Nueva York, para presenciar en persona las capacidades de médium de las chicas; cada vez un mayor número de estadounidenses abrazaba el espiritismo.

Fueron muy famosas, y hasta el conocidísimo P.T. Barnum las acogió en una casa de su propiedad, y facilitó sus presentaciones en su renombrado circo. En Nueva York recibieron buena y mala publicidad: la revista Scientific American se refería a ellas como “las golpeadoras espirituales de Rochester”, en clara alusión a los sonidos que se escuchaban en sus sesiones; pero tuvieron salas repletas en funciones de las 10 de la mañana, 5 y 8 de la noche, y ocasionales funciones privadas.

La entrada costaba un dólar, y asistían personalidades relevantes de la sociedad neoyorquina, como Horace Greely, el editor del Tribune de Nueva York, o James Fenimore Cooper, o el abolicionista William Lloyd Garrison, que presenció una sesión en la que los espíritus sonaron al ritmo de una canción popular y dejaban un mensaje: “el espiritismo obrará milagros en la causa de la reforma”.

Mientras Leah quedaba en Nueva York, Maggie y Kate llevaron su espectáculo a otras ciudades –Cleveland, Cincinnati, Washington, Filadelfia–. Fue en esta última donde Maggie enamoró al explorador Eliseo Kent Kane, que aunque la consideraba un fraude no pudo demostrar nunca cómo se hacían los ruidos. La cortejó y luego se casaron; ella era 13 años menor, y aceptó retirarse de lo que él consideraba una vida de engaños.

Al poco tiempo Eliseo murió y ella, en honor a su memoria, se convirtió al catolicismo. El duelo la guió a la bebida, y se mantuvo alejada del espiritismo. Por su parte, Kate se casó con un espiritista devoto y continuó desarrollando sus habilidades de médium: podía traducir y comunicar dos mensajes de espíritus simultáneamente, escribir de forma inversa y utilizar tarjetas en blanco donde las palabras parecían surgir espontáneamente. Tuvo mayor éxito, durante y después de la Guerra Civil estadounidense, cuando las personas afligidas acudían a ella para comunicarse con sus seres queridos fallecidos.

Fue tanto el trabajo que se vio agobiada, y también comenzó a beber. El 21 de octubre de 1888, el New York World publicó una entrevista de Maggie, donde ella anunciaba públicamente que el espiritismo era un fraude –dicen que por la exclusiva, ella obtuvo 1.500 dólares–. Sin embargo, ciertas fuentes indican que la rabia hacia su hermana Leah y otros líderes espiritistas fue el motivo de aquella declaración. Tanto Leah como los otros habían hostigado y humillado en público a Kate por su problema de alcoholismo, e incluso la acusaron de ser incapaz de cuidar de sus hijos pequeños.

Así explicó Maggie lo que hacían: “Katie y yo éramos muy pequeñas cuando se inició este funesto engaño. Atábamos una manzana a una cuerda y halábamos arriba y abajo hasta que se caía al suelo, haciendo un ruido; también manipulábamos nuestros nudillos y las articulaciones de manos y pies, y éstas hacían sonidos peculiares. Si le dices a alguien que hay un espíritu y haces sonar los huesos de tus pies, esa persona creerá que en verdad hay un espíritu”. Y lo demostró quitándose un zapato y poniendo el pie en un taburete de madera, sobre el cual sonaron golpes cortos.

Fue un verdadero escándalo, y más al afirmar que Leah supo todo el tiempo el truco y que las había explotado. La prensa calificó el acto como “un golpe de muerte” para el espiritismo. Sin embargo, Maggie se retractó un año después de su confesión, lo cual generó un gran rechazo en el medio.

Nunca se reconcilió con Leah, que murió en 1890. Kate murió en 1892, en medio de una borrachera, y Maggie lo hizo ocho meses después, en 1893. Ese mismo año algunos espiritistas formaron la Asociación Nacional Espiritista. En 1904, unos chicos que jugaban en la vieja casa de infancia de las hermanas Fox, descubrieron entre las ruinas de las paredes unos huesos.

Aquello volvió a levantar el antiguo rumor de las hermanas, pero en un artículo del New York Times salió la sugerencia de que ellas habían sido lo suficientemente inteligentes como para aprovechar un misterio local y hacerse con la fama. 5 años más tarde, un médico examinó el conjunto de huesos y determinó que no estaban completos, y que además había algunos huesos de pollo.

Se esparció el rumor de que un hombre, que vivía cerca, había plantado los huesos, pero nunca hubo una aclaración.

Las hermanas Fox, espiritistas, a día de hoy son consideradas como las fundadoras del espiritismo moderno, pues a pesar de la declaración de Maggie, personas allegadas a ellas dieron fe de que en realidad sí eran médiums.


FUENTE: Extraído en su totalidad de supercurioso.com (artículo escrito por Maite Ayala)

jueves, 1 de diciembre de 2016

Broma de una aterradora niña asustando a la gente - Videos



En  el siguiente video se puede observar como una escalofriante niña sale a la calle con la intención de atemorizar a todo aquel que tenga la desgracia de cruzarse con ella. Sin dudas una broma de infarto.

 
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