lunes, 21 de diciembre de 2015

Las puertas del infierno - Historias de terror



Pasaban apenas las doce de la noche cuando un estruendo cimbró el lecho donde descansaban los cinco miembros de aquella familia, pero no se inmutaron, estaban muy acostumbrados a los desmanes del viento que noche tras noche azotaba su hogar, causando una ola de extraños e interminables sonidos.

No se movieron aun cuando puertas y ventanas comenzaron a golpearse fuertemente contra los muros, dando paso a un silbido frio que calaba hasta los huesos. Poco les inquietó también el crujir de paredes y techos, los cuales anunciaban un terrible acontecimiento de tal magnitud, que hasta una construcción inanimada como una casa pudo sentirlo y empezó a temblar. Era el miedo en si inundando el ambiente…

El edificio trató de advertirles, despedía polvo y tronaba como si quisiera desprender sus cimientos e irse lejos. Pero sus esfuerzos eran inútiles, la familia seguía durmiendo despreocupadamente, ignorando por completo el olor a azufre que emanaba de todos lados.

Minutos más tarde, por obra de aquello que está más allá de nuestro entendimiento, los chirridos de ciertos materiales al quemarse se asemejaron a quejidos, el lamento de aquella casa que se rehusaba a morir sin haber vivido.

Cuando los vecinos acudieron a prestar auxilio, era muy tarde, las llamas ardían con furia y todos lloraban con desesperación, ante aquellos terribles alaridos que transmitían la agonía de una terrible muerte llena de sufrimiento.

Según los testigos la tierra se abrió y la casa envuelta en fuego fue tragada mientras una figura con cuernos bailaba alegremente entre las llamas, así fue como aquella noche supieron y de la peor forma que vivían sobre las puertas del infierno y el mismísimo Diablo en persona se tomaba la molestia de abrir la entrada, para llevarse consigo a cinco buenas personas mientras dormían.

Ahora cada vez que una casa cruje, rechina o un frío extraño aparece sin razón en el ambiente, las personas que merodean por aquel pueblo siniestro saben que no es culpa del viento y tiemblan de miedo, pensando que pueden ser los siguientes en atravesar las puertas del infierno cuando por fin el Diablo las abra de nuevo.



Fuente: leyendadeterror.com


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