miércoles, 6 de septiembre de 2017

Otro punto de vista: La llorona - Artículos



No es asombroso que un fantasma, como la Llorona, busque venganza. Más extraño sería que aspire a la reconciliación con las circunstancias que la condujeron a la muerte, pero quizá de eso se trata esta historia después de todo.

Todos conocen la historia de la Llorona: aquella mujer que ahogó a sus hijos en el río y luego se quitó la vida, vagando eternamente después de muerta y, desde luego, llorando desconsoladamente.

Más allá de las versiones localistas de la historia, cuya leyenda parece haberse originado en México, podemos sintetizar su drama del siguiente modo:

El espíritu de una mujer, vestida completamente de blanco, recorre las calles y rutas a altas horas de la noche, mientras llora de culpa, incapaz de encontrar el alma de sus hijos.

Ahora bien, mujeres que han muerto de forma trágica hay muchas, incluso luego de cometer crímenes atroces como los que se le atribuyen a ella, pero Llorona, después de todo, hay una sola. ¿Cuál es el rasgo que la hace especial?

O mejor dicho: ¿por qué llora?

Si analizamos el caso en términos antropológicos, veremos que el asesinato de sus hijos, su suicidio, o el drama pasional que la condujo a la locura, no tienen nada que ver con su destino ingrato.

Lo cierto es que todos los rasgos visibles de la Llorona: su vestido blanco, su pelo azabache, su incesante peregrinar en llanto, no nacieron con esta leyenda. De hecho, esas características ya eran bastante conocidas en la Edad Media.

La clave para saber por qué llora la Llorona está en su vestido blanco.

En la Edad Media se creía que si una mujer era enterrada con un vestido totalmente blanco o negro, sin ningún detalle de color rojo, como una rosa, un trozo de tela, un pañuelo, su alma estaba condenada a vagar después de muerta.

Algunos antropólogos deducen que esta tradición procede de oscuros ritos funerarios de una era ya olvidada, pero que acaso representa el tributo de sangre que el difunto debe abonar para acceder a las estancias eternas.

En cualquier caso, la mujer que era enterrada sin algo de color rojo, regresaba de la tumba para conseguirlo; en general, utilizando la sangre de quienes la habían enterrado.

Si dejamos de lado todos los detalles circunstanciales en la leyenda de la Llorona, y nos quedamos únicamente con el hecho de que fue enterrada con un vestido blanco, sin ningún detalle rojo, esto solo explicaría su reaparición.

Lo curioso es que la leyenda medieval sostiene que las mujeres que regresaban de la tumba en estas condiciones, lo hacían como si nada hubiese ocurrido entre su muerte y su resurrección, de tal manera que evidenciaban los últimos pensamientos y emociones que sintieron antes de fallecer.

En el caso de la Llorona, es lógico deducir que lo último que hizo antes de morir fue llorar por todo lo que le había sucedido.

Por eso llora la Llorona: no por haber ahogado a sus hijos, tampoco por haber sido abandonada por aquel soldado lenguaraz, y menos todavía por haber cometido suicidio.

Después de todo, quizá la Llorona recorre los mismos caminos, noche tras noche, no para vengarse del hombre o de las circunstancias que le quitaron la vida, sino para encontrar aquel color perdido, aquel tributo, que Caronte exige para entrar en sus dominios, y así olvidar para siempre su pasado.


FUENTE: Extraído en su totalidad de www.elespejogotico.blogspot.com.ar (por "Aelfwine" Sebastián Beringheli)

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